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Terapia para adultos de compulsiones, obsesiones, pensamientos intrusivos y trastorno obsesivo-compulsivo.

Terapia para adultos

Compulsiones, obsesiones, pensamientos intrusivos y trastorno obsesivo-compulsivo

Obsesiones

Cuando hablamos de obsesiones nos referimos a pensamientos, imágenes, ideas o impulsos indeseables, que se producen de forma repetitiva, generando un gran nivel de ansiedad y angustia en la persona, bien porque se piensa que va hacer daño a alguien, o a sí mismo o bien porque va a ocurrir otro tipo de desgracia que escapa a su control.

Las obsesiones se experimentan de forma intrusiva e incontrolada, como algo que no se puede evitar y que genera dolor psicológico.

Por esta razón, la persona trata de resistirse a ellas y de suprimirlas, generando a la larga aún más dolor psicológico.

La persona que lo sufre es incapaz de explicar el porqué de estos pensamientos e imágenes; y los considera repugnantes, sin sentido, amenazadores y contrarios a sus verdaderos sentimientos e ideas.

El contenido de estas obsesiones puede ser muy variado en cuanto a pensamientos sobre contaminación y suciedad, dudas, agresividad hacia uno mismo o hacia otros; religiosos o blasfemos, con contenido sexual inadecuado como agredir a otro/a, o sobre supersticiones.

Básicamente, nuestro cerebro está en constante actividad y esta actividad genera contenidos mentales.

Estos contenidos mentales hacen referencia a nuestro dialogo interno y a nuestros pensamientos, sueños e imágenes.

Las obsesiones son contenidos mentales que aparecen en nuestra mente en forma de imágenes, pensamientos o sensaciones que derivan de un procesamiento inadecuado de la realidad, generalmente cargada de estímulos amenazantes.

Compulsiones

Las obsesiones hacen que la persona tenga una respuesta fisiológica de ansiedad y angustia de manera desproporcionada, lo que genera que el cerebro desarrolle formas de lidiar con este dolor psicológico, generando comportamientos y acciones en forma de ritual que serían las compulsiones para evitar que ocurran esos miedos asociados a esas obsesiones o material procesado de forma inadecuada sobre la realidad.

Las compulsiones suelen estar asociadas a obsesiones concretas para reducir la ansiedad y la angustia y poder lidiar con esos miedos como estrategias de afrontamiento inadecuadas.

Podemos ver a personas con excesivo aseo y lavado de manos, comprobaciones de elementos domésticos, evitación de ciertos lugares, preguntar a familiares y personas del entorno para tranquilizarse en cuanto a dudas y miedos que tengan, rezos, repeticiones numéricas, repeticiones de palabras o frases entre otros muchos comportamientos repetitivos.

En definitiva, la compulsión es una asociación desadaptativa fruto de un aprendizaje que trata de dar respuesta a una sensación de malestar que se produce con ansiedad y que se pretende controlar mediante comportamientos repetitivos, que a la larga pueden llevar a una pobre calidad de vida en la persona y conflictos en su día a día.

Trastorno obsesivo-compulsivo

Se caracteriza por un patrón de pensamientos y miedos no deseados que terminan provocando comportamientos repetitivos.

La persona puede intentar evitar o ignorar sus obsesiones, pero esto aumentara su sufrimiento y las compulsiones para aliviar el estrés.  Todo ello interfiere en la vida diaria de la persona, generando un intento dolor psicológico y sufrimiento emocional.

Los síntomas de este trastorno pueden incluir tanto obsesiones de muchos tipos como la necesidad de tener las cosas ordenadas como pensamientos horribles sobre la pérdida de control.

La gravedad de este trastorno suele comenzar en la adolescencia o en la edad adulta joven, aunque también se pueden observar en la infancia.

Existen factores de riesgo para este trastorno tales como antecedentes familiares, acontecimientos estresantes en la vida o estar relacionado con otros trastornos de salud mental como la ansiedad, la depresión, el abuso de sustancias entre otros.

Podemos encontrarnos síntomas leves, graves o moderados con los que se debe trabajar en consulta.

La técnicas cognitivas y conductuales resultan eficaces en el tratamiento psicoterapéutico de este trastorno, así como la intervención con otras herramientas terapéuticas como la terapia de aceptación y compromiso, o el EMDR que en algunos estudios se muestran eficaces.